Yo sigo llorando por ésto, él está aquí pero siento que me dejó. No puedo escuchar un "te amo", él nunca dice eso, nunca más.
Sentada en el piso, pensado sobre todo esto que esta pasando, llorando, me pregunto -¿que debo hacer?- y de repente me doy cuenta que tengo que dejarlo ir.
Él se despertó, me levanté y murmuré -te amo- pero el se fue de la habitación como si no me hubiera escuchado, o visto. Lo seguí, él estaba en la cocina, tomando unas pastillas -¿estará enfermo?- me pregunté y preocupada me acerqué. Rogué a Dios que no sea algo malo.
Unas horas más tarde él estaba tirado en el piso, sosteniendo una carta en la mano para sus padres.
La carta decía: No puedo vivir sin ella... Ella se ha ido, yo también.
Agustina.